sábado, 5 de septiembre de 2015

San Vicente de la Barquera.

Faro 'Punta de la Silla'

Su construcción fue incluida en el Primer Plan de Alumbrado, bajo el reinado de Isabel II, entrando en funcionamiento el 27 de diciembre de 1871.
Inicialmente utilizaba aceite de parafina para dar luz y avisar a los navegantes. Sucesivas reformas han ido ampliando sus características lumínicas hasta llegar a la reciente automatización del faro instalando una óptica de tambor y un cambiador automático de lámparas. En mayo de 2008 la Autoridad Portuaria cedió el edificio al Ayuntamiento quien inició la reforma del mismo para la creación del Museo Artesanal y Costumbrista de la Mar.El 10 de agosto de 2009 fue inaugurado el nuevo edificio, que será utilizado como sede de futuras exposiciones. Este faro ha sido incluido en la iniciativa europea “At Light” (Atlantic Lighthouses-Faros Atlánticos) por iniciativa del Club de Municipios de Excelencia Turística, con el que se pretende dotar de un uso público y turístico al mismo.





La torre del faro se encuentra a 43 metros del nivel del mar, y tiene 9 metros de altura, con un alcance de 24 millas náuticas.

El municipio de San Vicente de la Barquera se enclava en el norte de España, en la costa occidental de Cantabria, en torno a las rías de Rubín y Pombo, cuyos brazos rodean casi por completo las colinas sobre las que se asienta la puebla vieja, magnífica muestra del esplendor histórico que tuvo la villa en la Edad Media gracias a sus gestas marineras.


Pero además en este milenario enclave de acusado sabor pesquero y marinero, San Vicente ofrece al visitante un entorno en el que predomina la naturaleza.
El Parque Natural de Oyambre, sobre el que se asienta la mayor parte de su territorio, es un compendio de la Cantabria litoral en el que coinciden una gran variedad de elementos naturales, como los acantilados, playas y dunas, praderías, rías y marismas, sierras costeras, etc.
La silueta del castillo y de la iglesia de Santa María de los Ángeles, recortada contra el perfil imponente de los Picos de Europa, es una imagen que sintetiza alguno de los aspectos más significativos de la esencia histórica de Cantabria: el vínculo atávico con el mar, el "cruce de caminos" espirituales las rutas jubilares Jacobea y Lebaniega, y la determinante omnipresencia de la montaña.
En el municipio de San Vicente de la Barquera existen testimonios arqueológicos de la presencia humana en la Edad del Bronce. 

El yacimiento megalítico de El Barcenal, aún en estudio, presenta enterramientos en túmulo del periodo Calcolítico.
Una gran parte de los historiadores y eruditos sitúan a la gens de los orgenomescos en la comarca occidental de la región de Cantabria, entre Liébana y el mar en la etapa prerromana. Y no pocos afirman que el Portus Vereasueca se situó precisamente en el enclave que hoy ocupa la villa, por su magnífica posición topográfica junto a la bahía, formada por un doble brazo de mar que bordea el emplazamiento.


En la espera de que la arqueología pueda aportar certidumbres al pasado prehistórico, al poblamiento primitivo de la villa de San Vicente y a la ocupación romana del primitivo puerto de Vereasueca, se puede conjeturar en todo caso el abandono costero de los pobladores de las primeras centurias ante las incursiones de los pueblos bárbaros, la posible destrucción por los hérulos en sus devastadoras correrías por la costa cantábrica en el siglo V y el poblamiento medieval, que, como apuntan las fuentes narrativas –las primeras crónicas–, iba a consistir en la repoblación y fortificación atribuida al primero de los reyes del naciente Reino Astur-Leonés, Alfonso I, entre 730-756. Tradicionalmente se considera que a este momento corresponde la edificación del castillo, núcleo en torno al cual, y a lo largo de la Edad Media, fue desarrollándose la villa fortificada.

Algunos autores identifican Evencia como poblamiento de San Vicente en la España romana y suponen que el puerto de Apleca, del que hay referencias documentales en el año 1068, corresponde a San Vicente, ya que el nombre del santo mártir aragonés que hoy perdura no aparece hasta los albores del siglo XIII, y a él se uniría el calificativo ‘de la Barquera’, que era el promontorio fronterizo a la playa que cerraba por el noroeste la bahía.

La tradición sostiene que el castillo o fortaleza se edificó en el reinado de Alfonso I y con posterioridad se formaría la muralla defensiva que cerraba la villa, hasta la explosión demográfica que se produjo a partir del siglo XIII. Desde el principio tomará un significado carácter pesquero, en función precisamente de la riqueza de la ría y de las posibilidades de la mar.

Este período brillante de la historia de San Vicente comenzó precisamente en los albores del siglo XIII, cuando Alfonso VIII otorga el fuero a los pobladores de San Vicente presentes y futuros el 3 de abril de 1210.
Mediante su concesión, el monarca pretendía fomentar la actividad de un lugar estratégico, a través de un asentamiento de población, para el que se otorgaron privilegios e inmunidades; entre ellas, el fomento del comercio marítimo y los derechos de la pesca en un territorio exclusivo.
Como elemento más significativo de la preferente actividad pesquera de la villa, destaca el hecho de que su sello municipal, que data del siglo XIV, está configurado por una nave con un solo mástil en el centro.

A lo largo del siglo XIV la villa de San Vicente pudo haberse incorporado al proceso de señorialización, al ser otorgada por el rey Fernando IV a su hermano el infante don Pedro, siendo heredada con posterioridad por su hija, doña Blanca, y administrada bajo la encomienda de hombres tan significativos en la región como Díaz Gómez de Castañeda o el mismo Garcilaso de la Vega.
Pero este régimen desapareció probablemente en el reinado de Pedro I, y San Vicente continuó en la época más brillante de su historia, apoyada por los privilegios recibidos de los Reyes, como la exención del servicio militar por tierra a los pescadores mareantes, exención de impuesto y el otorgamiento de un mercado semanal franco.

La cofradía de los mareantes adoptó el nombre del patrono y, según sus normas más antiguas, que datan del año 1330, se ocupó de todo lo concerniente a la pesquería y comercialización: regulación de costeras, establecimiento de sistemas de auxilio y seguridad en la mar, elección de cofrades y el control de la vida municipal.
La documentación fiscal prueba el peso específico de la pesca en la economía de la villa y la mayor importancia que, a fines de la Edad Media, tenía la actividad comercial y pesquera de San Vicente, frente a las otras villas de la costa de Cantabria.
La crisis de San Vicente se produjo en los albores de la Época Moderna, siendo detonantes los incendios de 1484 y 1563 y las pestes de finales del siglo XV y la del año 1597. Es a partir del último incendio cuando, al parecer, se construyó la muralla de La Amparanza con fines de protección.
Los puentes fueron objeto de sucesivas reparaciones, construyéndose el de La Maza a fines del siglo XVI, con la cooperación de los valles y villas próximas, y el de Tras San Vicente en 1799, a costa de un arbitrio que se impuso sobre los pueblos comprendidos en el Bastón de Laredo.
Sobre la fortaleza medieval se construyó en 1578 el castillo o batería de Santa Cruz, que fue destruido en la Guerra de la Independencia. Por su parte, la iglesia medieval de Santa María de los Ángeles quedaba terminada en el siglo XV, ampliándose el crucero en 1534.

Desde el punto de vista administrativo, San Vicente formó parte, a partir del reinado de los Reyes Católicos, del Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar, como consecuencia de la formación de un nuevo distrito territorial del Reinado de Castilla, que sucedió al corregimiento de las Asturias de Santillana, en el cual la villa se había integrado. En ocasiones (1514-1521), la villa marinera formó su propio Corregimiento juntamente con el valle de Peñamellera.

También San Vicente de la Barquera fue capital de la Hermandad de las Cuatro Villas de la Mar, según lo establecido en la Junta de Bárcena de Cicero de 1555. Celebró sus reuniones preferentemente en las sedes de las grandes villas y en San Vicente, concretamente en los años 1575, 1582, 1613, 1628, 1635, 1666...


Junto con las Cuatro Villas, participó en la formación de la ordenanza para la unión de los distritos en 1727 y acudió a las Juntas de Puente San Miguel, del Valle de Reocín, tanto a sus sesiones ordinarias como en la formación de las Ordenanzas de la provincia de Cantabria, cuya unión fue aprobada por Carlos III en 1779.
La decadencia económica de la villa continuó con los últimos Austrias y los Borbones. Según el Catastro de Ensenada, en el año 1753 tenía tan solo 600 habitantes y había decaído por tanto la industria pesquera y el comercio portuario.
A partir del régimen constitucional, en 1822, San Vicente de la Barquera y su jurisdicción pasaron a formar parte del partido judicial de Comillas, aunque en 1835 apareció como cabeza de partido judicial, incluyendo la villa y los valles de Valdáliga, Peñarrubia, Lamasón, Herrerías, Rionansa y Val de San Vicente. Desde hace unos cuantos años el municipio de Liébana también está adscrito a su jurisdicción.
Fuente datos: www.eldiariomontanes.es